Tras la muerte de su madre Frida, una niña de seis años, es acogida por sus tíos Esteve y Marga en un entorno rural de Cataluña, durante el verano de 1993. A través de una mirada cercana y naturalista, la película explora el proceso de duelo infantil, la adaptación a una nueva familia y la complejidad emocional de una niña que aún no comprende del todo su pérdida.