Por entre las grietas de un comunismo que se resquebraja, el capitalismo se cuela en la intimidad y se materializa en la venta de propiedades inmobiliarias en Cuba, un país que durante más de 50 años prohibió esta práctica. Gretel, una hábil corredora de bienes raíces, recorre las viviendas de personas que, por primera vez en sus vidas, enfrentan la posibilidad de vender sus hogares, de vender su historia y sus memorias, algo a lo que no estaban acostumbrados. ¿Qué significa desprenderse y darle precio al lugar que habitamos y cómo este acto se convierte en una metáfora del cambio social y político? Lo que para muchos países es una práctica común, en Cuba se convierte en un proceso lleno de significado, de melancolía, y hasta de humor, debido al valor sentimental que los habitantes otorgan a sus propiedades. Cada inmueble representa una historia personal y colectiva, reflejando no solo el pasado de los propietarios, sino también el devenir de un país en transición. Es también una oportunidad de recursividad: la apropiación de las estrategias del mercadeo resultan entrañables, pues con la excusa de la creación de un comercial de la empresa inmobiliaria, se retrata a toda una sociedad, digna y profundamente arraigada.
Por Andrés Pedraza Tabares
