Hilario, un anciano de 76 años, vive en el interior de un bosque al occidente de Cuba. En un diario de viaje va anotando sus hallazgos: cuevas laberínticas, pictografías rupestres, animales prehistóricos y visiones nocturnas que lo despiertan en la noche. Impulsado por su curiosidad y el insomnio, Hilario se adentra en una cueva profunda, donde tendrá que enfrentarse a lo que más teme, la muerte.
Imágenes del extravío
Curaduría de Luis Felipe Raguá y Valentina Giraldo Sánchez
Un hombre divagando en un bosque en Cuba nota en su cuaderno mensajes, códigos, dibujos que el bosque mismo parece comunicarle. Una adolescente de regreso en Caracas recorre sus calles buscando libros esquivos. Un grupo de hermanas uruguayas recuerdan, en el funeral de una de ellas, las vacaciones sin rumbo donde se afianzaba su relación. La imagen de las películas se llena de grietas en las que se cuelan la luz y la infancia. Hay algo que todas estas películas comparten: errancias y extravíos. Cruces de caminos, portales primitivos llenos de ternura y ferocidad.
Los personajes de las películas que conforman Imágenes del extravío escapan, van a las periferias y las convierten en sus nuevos centros, y buscan, tanteando, a la deriva, un lugar que los acoja. Guiados por la intuición, en solitario o en compañía, se dejan atrapar por el extravío como una forma una forma futura del encuentro. Pues de cada éxodo y de cada umbral, ellos (es decir los personajes) y nosotros, volvemos distintos y con señales.