Agustín escapó al páramo para terminar su tesis. Su rutina diaria transcurre entre escribir, alimentarse y dar breves paseos por un lugar cubierto de pajonales, pronunciados riscos y abismos que
permanecen ocultos tras una neblina casi permanente. Todo cambia con la llegada de Lucía y su novio Santiago, quienes instalan su carpa junto a la de Agustín. Lo que en un principio empieza como unos tranquilos días en el campo, se convertirá poco a poco en una silenciosa pesadilla en la que los tres deberán enfrentarse a sí mismos en la soledad del páramo, que se ha convertido en un personaje de mil caras. Con el pasar de las horas, ellos descubrirán que nada es lo que parece.