Este largometraje documental es un punto de referencia en la cinematografía colombiana al abrir camino hacia un cine centrado en las experiencias y memorias familiares. Gustavo Fernández nos comparte su proceso de duelo y reconstrucción emocional, y la de su familia, a partir de la muerte de su madre. Amparo muere el último día de noviembre de 1985, un mes especialmente trágico y convulso para el país por la toma y retoma del Palacio de Justicia en Bogotá y la avalancha que arrasó a Armero. Quince años después, Gustavo emprende un viaje cinematográfico para acercarse a su padre y a sus hermanos, quienes se encuentran dispersos por Colombia y el resto del mundo. Y así nos adentrarnos en los intersticios de una familia que, en medio de los silencios, el desarraigo y las distancias, permite un ejercicio de memoria y duelo no solo por la figura materna, sino también por un país entero. El paso del tiempo, las búsquedas individuales y las pérdidas inesperadas, enredan una madeja filial que Gustavo desenmaraña con paciencia, para tejer ante nuestros ojos, una polifonía de duelo y esperanza.
Por Andrés Pedraza Tabares
