Este filme nos transporta a un cruce de avenidas en Buenos Aires, un punto que funciona como frontera entre la ciudad y sus suburbios. En este paisaje urbano, la película acompaña el trayecto diario de miles de personas, mientras desentierra la memoria de un crimen pasado y el colapso de un muro que aprisionó a un criminal que se negó a someterse. La narrativa se imbrica con temas de protesta, resistencia, movimientos sociales y los derechos humanos, llevando al espectador a una reflexión profunda sobre la justicia y la representación. La propuesta formal del largometraje es marcadamente experimental, trabajando con una imagen intencionalmente difusa y poco nítida, donde la escucha activa y la participación del espectador toman primacía sobre la claridad convencional. Desafía al público a dejarse llevar por la desesperación que emana de sus imágenes. Esta obra explora cómo las imágenes y los sonidos, aun siendo producidos, pueden transmitir una realidad innegable, abriendo un diálogo crítico y filosófico sobre la percepción y la verdad en el cine.
