La Mandrágora es el nombre de la finca donde veranea Mecha, una cincuentona madre de cuatro hijos casada con un marido que se tiñe el pelo. Tali, prima de Mecha, también tiene cuatro hijos y un marido. Vive en La Ciénaga, una ciudad del noroeste argentino. Dos accidentes reunirán a estas dos familias en el campo. Allí tratarán de sobrevivir a un terrible verano.
Retrospectiva Lucrecia Martel
La retrospectiva de Lucrecia Martel, realizada en el marco del Bogotá Audiovisual Market BAM 2025 junto a la Cinemateca de Bogotá, es más que un homenaje: es un ejercicio de atención crítica y resistencia en un momento de crisis global. En un contexto en el que la cultura pareciera ir hacia una sola dirección, marcada por la homogeneización y la velocidad, la obra de Martel nos recuerda la necesidad de abrir espacios, silencios, paciencias.
Cada película de Lucrecia nació dialogando con un presente cambiante, no desde lo coyuntural sino desde lugares más profundos. Desde La Ciénaga, que capturó el calor inmóvil de una Argentina a punto de estallar, hasta Zama, donde la lentitud se convierte en forma de insurrección contra un presente acelerado, la obra de Martel despliega un cine que no busca explicar sino implicar, que privilegia la atmósfera y la tensión contenida por sobre los conflictos narrativos tradicionales. Obras como Terminal Norte, nacida en pandemia con una mirada documental afectiva, y el esperado documental Chocobar, que explora tensiones entre Estado, territorio y memoria, evidencian su compromiso con las problemáticas sociales y políticas en América Latina.
Esta retrospectiva, lejos de ser una simple revisión, invita a habitar esa constelación creativa y sensible y a reflexionar sobre el lugar de su cine, uno que actúa como fuerza centrípeta para una multitud de personas que se reúnen en torno a él, para su realización o para su exhibición en unas salas que resisten y se reinventan. Es un llamado a la industria para fortalecer y ampliar esos espacios de exhibición, preguntándonos si todavía pueden ser refugio y posibilidad frente a los tiempos convulsos que vivimos.
Abrazando la magia que existe en las propias cosas, enteras, Lucrecia Martel contiene en sus películas la sencillez de una mano, un jarrón, una piscina. A su vez, dibuja paisajes complejos que nos hablan de la clase social, el género, la colonialidad y la familia. Esta retrospectiva despliega la obra de Lucrecia, indagando si allí puede brotar la esperanza en un mundo donde las paredes crujen como anticipando una tragedia.