Un día yo pregunté (Dir. Julia Sabogal, 1970) Colombia. 8 min.
Este cortometraje de tan solo ocho minutos se sirve de imágenes relacionadas a la religión católica en Colombia y de una canción de Atahualpa Yupanqui para construir un collage visual y sonoro que, en su voracidad asociativa, nos muestra una vez más que la militancia y la experimentación formal, en la historia del cine latinoamericano, no han sido campos de trabajo excluyentes.
De todos modos Juan te llamas (Dir. Marcela Fernández, 1976) México. 100 min.
Visión analítica del movimiento cristero desarrollado en el occidente de México entre 1926 y 1929, resaltando la imposibilidad de serle fiel tanto a la Iglesia como al Estado.
Funciones con el apoyo de la Filmoteca UNAM (México).
Horizontes, pulsiones audiovisuales alrededor de “Dios y el Diablo en la tierra del sol” de Glauber Rocha (27 de abril al 7 de mayo de 2023)
Horizontes es un proyecto que propone revisar distintas miradas que confluyen entre dos programadores de cine a partir de una provocación: una película, una imagen o un tema, y de esta manera generar relecturas de obras audiovisuales, fenómenos sociales o temáticas a partir del intercambio de miradas y aproximaciones curatoriales desde el audiovisual latinoamericano. En esta tercera edición la provocación es la película Dios y el Diablo en la tierra del sol de Glauber Rocha (Brasil) y les curadores son María Campaña Ramia (Ecuador) y Victor Guimarães (Brasil), quienes proponen en esta ocasión diez programas de películas que conversan con esta obra audiovisual y su contexto. Este ciclo es organizado por la Cinemateca de Bogotá - Gerencia de Artes Audiovisuales del Idartes, con el apoyo la Embajada de Brasil en Colombia, Metrópoles, la Cineteca Nacional de Chile y la Filmoteca UNAM de México.
Curaduría invitada "Resonancias latinoamericanas de un terremoto" por Victor Guimarães (Brasil)
La exuberancia de Dios y el Diablo en la Tierra del Sol – inclasificable en sus cruces paradójicos entre la artificialidad teatral y el realismo más seco, entre el exagero operístico y el tono meditativo, entre el plano secuencia y el montaje de atracciones, entre la sofisticación formal y la popularidad de los personajes y las canciones, entre la crónica histórica y el mito – hace con que sea, en principio, muy difícil emparejarla con otras películas, ya sean históricas o contemporáneas. Escribe el crítico peruano Isaac León Frías, uno de los más importantes estudiosos del cine latinoamericano: Dios y el Diablo “admite muy difícilmente el ejercicio manifiesto de alguna influencia directa posterior”. Glauber Rocha, de hecho, es un cineasta sin herederos directos en ninguna parte, tal es la violencia de su impronta autoral y la singularidad de su estilo. ¿Cómo, entonces, elaborar una curaduría a partir de una película tan única, tan celebrada justamente por sus peculiaridades incomparables?
Sin embargo, la tarea se impone. Entonces quizás sea el caso de redireccionar la mirada hacia la escucha: no buscar influencias o herencias comprobables, en una historia del cine lineal y cronológica, sino movernos entre ecos y resonancias. El ejercicio curatorial puede también ser una especie de sismografía, en donde nuestros ojos y oídos se afinan para rastrear los estremecimientos sísmicos que, en otras obras, pueden relacionarse con aquel terremoto inicial generado por una obra maestra. Algo del espíritu de Dios y el Diablo – o de alguno de sus gestos cinematográficos, que son tantos – sí resuena en otras películas, y se materializa particularmente en Latinoamérica entre los años 1960 y 1970. De México a Chile, pasando por Colombia, Bolivia y Argentina, es posible encontrar películas que, si bien no comparten integralmente la misma pulsión paradójica y exuberante de la obra maestra de Glauber, trabajan en una frecuencia comparable, y proponen gestos que se acercan a los movimientos de Dios y el Diablo.
En esa tesitura de una alfombra latinoamericana alrededor de la obra, compuse cinco programas en los cuales, de maneras distintas, la película de Glauber resuena. Más que un mapa o un árbol genealógico a partir de la obra, lo que ensayo es construir una suerte de cámara de ecos, en donde se puede escuchar el latido del corazón de Dios y el Diablo mientras se descubre la singularidad de cada película programada. El gesto curatorial acá se mueve menos por una serie de conceptos bien delimitados y más por una sensación, una frecuencia misteriosa que hace pensar en otras películas cuando tratamos de rever Dios el Diablo, o pensar en los gestos glauberianos mientras se redescubre otras películas latinoamericanas contemporáneas a ella o posteriores.
Un tanto instintivamente, siempre me ha acompañado, por ejemplo, la sospecha de que había una afinidad tremenda entre los espacios abiertos que abrigan la lucha final de Ukamau (Jorge Sanjinés, 1966) y el sertão glauberiano, además de un montaje que despedaza a la vez el tiempo y el espacio, y que remite al confronto final entre Corisco y Antônio das Mortes. O que en Los Hijos de Fierro (Fernando Solanas, 1972) el gesto alegórico, en su retomada del pasado para pensar el presente y soñar un futuro, además de los cruces entre el lirismo y la violencia, entre el poema y la crónica, se adivinaba algo del gesto de Glauber.
En el proceso de componer este programa, decidí prestar atención al instinto e ir hacia otras películas, sobre las cuales no tenía tanta claridad en la posibilidad de vínculo con la obra glauberiana, pero que me interesaba explorar. De ese proceso de investigación, que también fue atravesado por rechazos a otras posibilidades luego abandonadas, vinieron De Todos Modos Juan te Llamas (Marcela Fernández Violante, 1976) y Un Día Yo Pregunté (1970), con sus narrativas marcadas por el entrelazado entre la religión católica, el capital y el Estado; Lavra Dor (1968) y La Tierra Quema (1964), con sus interrogaciones fílmicas sobre el latifundio y la lucha; La Primera Carga al Machete (1969), con sus narradores populares y sus tránsitos experimentales entre el documental y la ficción; y La Tierra Prometida (1973), con su estilo barroco y grandilocuente donde se escuchan los ecos de las formas paradójicas de Dios y el Diablo.
Este programa es una invitación a la escucha de estos ecos, y también una manera de decir que, al fin y al cabo, Glauber no estaba solo. Sus gestos más inventivos se comunican subterráneamente con otros, de tantos y tantas cineastas que han interrogado esta tierra que llamamos Latinoamérica, que han investigado su pasado, han enfrentado su presente y han imaginado otros futuros posibles. Y que lo han hecho desde la precariedad y la furia, pero también desde la ambición y el sueño imparables.
PROGRAMAS:
-
La tierra quema (Dir. Raymundo Gleyzer, 1964) Argentina. 12 min. + Lavra Dor (Dir. Paulo Rufino, 1968) Brasil. 11 min. + Ukamau (Dir. Jorge Sanjinés, 1966) Bolivia. 75 min.
-
La primera carga al machete (Dir. Manuel Octavio Gómez, 1969) Cuba. 84 min.
-
Los hijos de Fierro (Dir. Fernando Solanas, 1972) Argentina. 130 min.
-
Un día yo pregunté (Dir. Julia Sabogal, 1970) Colombia. 8 min. + De todos modos Juan te llamas (Dir. Marcela Fernández, 1976) México. 100 min.
-
La tierra prometida (Miguel Littín, 1973) Chile, Cuba. 124 min.