Entre 2002 y 2010 miles de jóvenes fueron secuestrados y asesinados por el ejército nacional, que los hizo aparecer como supuestos guerrilleros muertos en combate. Desde entonces se les denomina "falsos positivos". Frente a la impunidad del Estado, tres madres exigen justicia, apoyadas por un suboficial que, a riesgo de su vida, denuncia ante las cámaras los crímenes de los que fue testigo.