Durante nueve minutos las palabras no existen: animales en plena caza y el abrazo de reencuentro entre una madre y su hijo son imágenes demasiado potentes como para sumarles el color de una voz. Aunque los diálogos no tardan en llegar, en el décimo largometraje de Angela Schanelec se habla poco. El peso de las emociones descansa en la obsesiva composición del plano, sobre una atmósfera estética que parece salida del universo que construye Jeff Wall en sus fotos de los años 90. Al igual que en esas impactantes obras, en I Was at Home, But el misterio invade las paredes de cada espacio. Un chico de trece años regresa a su hogar con cierta extrañeza, luego de haber estado perdido durante una semana. Sus ojos guardan un enigma sobre los acontecimientos sucedidos en esos días en los que estuvo lejos de su cama, y el espectador se hace cómplice. A través de un humor absurdo y secuencias oníricas, la directora alemana revela algunas verdades sentimentales que serán difíciles de olvidar.
Reseña del 34° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata