¿Qué le pasó a la pintora Beatriz González, quien tantas veces nos hizo reír con la ironía de su obra, para que un día llegara a pintarse un autorretrato desnuda llorando? Durante tres años, mientras Beatriz elaboraba el proyecto “Auras anónimas”, una faraónica intervención con nueve mil lápidas en los columbarios del Cementerio Central de Bogotá, me dí a la tarea de seguirla para contestar esa pregunta. El resultado es un documental que devela el pensamiento, la sensibilidad, el compromiso de una artista con su tiempo, así como la ruta de una creación artística que acompañó el día a día de un país que, según las palabras de la Maestra, durante más de medio siglo se deslizo de la comedia hacia la tragedia.