“La siguiente historia es en algún punto cierta, la presento tal como sucedió, con adornos”, leemos al comienzo de A Woman Escapes, una frase que remite directamente a Un condenado a muerte se ha escapado de Bresson. Audrey Benac, alter ego de Sofia Bohdanowicz en películas previas, está sola en París, a donde ha ido para ocuparse de la casa de una amiga recientemente fallecida. En medio del duelo, mientras los días pasan y pasan, Audrey empieza una correspondencia con los cineastas Burak Çevik, quien vive en Estambul, y Blake Williams, que vive en Toronto.
Los tres directores trazan un recorrido que es a la vez personal y común, y la estructura de un diario compartido ancla una narración que todo el tiempo divaga por lugares, formatos de captura de la imagen, texturas y sentimientos. Al final, se esboza una sonrisa, quizá una reconciliación. La vida continúa a pesar de la ausencia y el cine, al recrear la realidad, sutura las heridas que esta provoca.
Por: Pedro Adrián Zuluaga